miércoles, 19 de enero de 2011

FIESTAS RUIDOSAS

RÉQUIEM POR LOS OIDOS


Carta de Ana Cristina Aristizábal Uribe
Publicada en el periódico El Colombiano
16 de enero de 2011




La generación de sordos está conectada a unos audífonos tan estridentes que hasta los vecinos oyen. No saben que están perdiendo audición ni siquiera que en unos años engrosarán el listado de los sordos.

Quien pide silencio en las urbanizaciones lo tildan de anticuado y necio. Donde vivo un vecino pidió a otro rebajar el volumen de las fiestas, y un anónimo tildó al edificio de "asilo". Muchos se quejan, pero ante oídos sordos.

Gracias a Dios el Código de Policía castiga la bulla, no el silencio. specto que deberán tener en cuenta los bulliciosos. " Es que tengo derecho a hacer una reunioncita en mi casa". Si, pero evitando que el escándalo de las voces, las carcajadas y la música salga de sus paredes y atente contra el derecho de los vecinos al silencio, al descanso y al sueño. Derecho a la fiesta vs. derecho al silencio. La Ley apoya el derecho al silencio.

No es lo único. La ciudad se volvió ruidosa, escandalosa, atronante. ¿Da ejemplo la administración municipal?. No. Los parlantes de las fiestas barriales en cualquier época del año no respetan el silencio. Un animador grita varias horas a un público que se congrega frente a la tarima y a un público-obligado que desde sus casas tiene que padecer la algarabía. El sonido se puede dirigir, no hay que usar parlantes del tamaño de una nevera; la fiesta es para los que asisten, no para los que no asisten.

Ni que hablar de las motos. Solicitamos a la autoridad de tránsito de la ciudad que frene las estridencia de estos aparatos. Es que el asunto es de salud pública y el municipio tiene que tomar cartas en el asunto.

Y es también un asunto ético. Porque la civilización consiste en lo bien que logremos vivir en comunidad, respetando los derechos que también tienen los otros.

Hasta aquí la carta de la Señora Ana Cristina, olvidó ella mencionar los insoportables perifoneos de los vendedores ambulantes, el ensordecedor ruido de las volquetas, camiones y buses sin silenciador. Cuanto tiempo más tendremos que padecer en Medellín tanto atropello contra la comunidad, que sufre este ruido excesivo en detrimento de su salud física y mental.

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